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sábado, 10 de mayo de 2025

Jan Koum: La historia del inmigrante rechazado por Facebook que creó WhatsApp

La historia de WhatsApp no empieza en una oficina tecnológica ni con millones de dólares de inversión. Empieza en una aldea de Ucrania, sin agua caliente, sin electricidad estable y con un joven que apenas tenía para comer. Su nombre es Jan Koum, y su vida demuestra que a veces, los fracasos abren las puertas más grandes del éxito.

Nacido en plena Guerra Fría, Jan creció en un entorno difícil. Su familia enfrentaba carencias cotidianas que marcaban cada aspecto de la vida. Pero cuando tenía 16 años, su vida dio un giro radical: emigraron a Estados Unidos buscando un futuro mejor, aunque llegaron con poco más que la ropa puesta.

La adaptación no fue fácil. Vivían de cupones de comida, su madre trabajaba limpiando casas, y él barriendo pisos en una tienda. No hablaba inglés, no tenía amigos y muchas veces su comida era solo pan. En medio de esa pobreza, hubo un lugar que le ofreció algo invaluable: la biblioteca pública.

Lee este artículo completo y no te pierdas la curiosa historia del fundador de la app con Facebook en nuestro blog.

historia de whatsapp

Un autodidacta en busca de oportunidades

Jan Koum no estudió en una universidad prestigiosa ni tuvo mentores influyentes. Su maestro fue la curiosidad. En la biblioteca, encontró libros de programación y empezó a estudiar por su cuenta. Con horas y horas frente a computadoras viejas, fue aprendiendo lo que luego se convertiría en su oficio y su pasión.

A los 20 años, logró lo que muchos consideraban imposible: consiguió un trabajo como ingeniero en Yahoo. Fue una etapa de crecimiento profesional, pero la vida le tenía otro golpe preparado. Cuando su madre falleció de cáncer, todo se desmoronó. Quedó solo, emocionalmente devastado y sin dirección.

Tiempo después, perdió su empleo y cayó en una profunda crisis. En ese período, intentó ingresar a Facebook, pero fue rechazado. Para muchos, ese habría sido el final del camino. Para Jan, fue el comienzo de algo extraordinario.

WhatsApp: comunicar sin distracciones

Junto a su amigo Brian Acton, también despedido de Yahoo, decidieron crear algo diferente: una aplicación para comunicarse sin publicidad, sin interrupciones, sin algoritmos ocultos. Solo mensajes. Así nació WhatsApp.

La idea era simple, pero potente. Y aunque al principio pocos la descargaban, Koum y Acton no se rindieron. Jan mismo respondía los correos de soporte, corregía errores y lidiaba con los desafíos técnicos. Las críticas y las caídas del sistema eran constantes, pero sabían que estaban resolviendo un problema real: facilitar la comunicación sin barreras.

Con el tiempo, la aplicación fue ganando usuarios, primero de manera discreta y luego de forma explosiva. En países donde los SMS eran caros o limitados, WhatsApp se convirtió en una herramienta indispensable. La gente no necesitaba aprender a usarla: era tan intuitiva que cualquier persona podía comenzar a chatear en segundos.

La revancha sin rencores

En 2014, ocurrió algo impensado. Facebook compró WhatsApp por 19 mil millones de dólares. La misma empresa que le había cerrado la puerta años antes, ahora estaba dispuesta a pagar una cifra histórica por su creación.

Jan Koum no guardó rencor. Al contrario, entendió que aquel rechazo había sido el impulso necesario para construir algo más grande que un simple empleo. WhatsApp, con su simplicidad, había logrado conectar al mundo entero sin pedir nada a cambio.

En palabras de Jan:

“A veces la puerta que se cierra no es un castigo… es el empujón que te hace construir la tuya propia.”

Un legado en cada mensaje enviado

Hoy, WhatsApp es una de las aplicaciones más utilizadas del planeta. Se envían más de 100 mil millones de mensajes por día a través de su plataforma. Es parte de nuestra vida diaria, de nuestras relaciones, negocios y vínculos familiares.

Pero detrás de cada mensaje hay una historia de lucha, de resiliencia y de visión. Jan Koum no solo creó una app: construyó un puente para que millones de personas puedan comunicarse, sin importar dónde estén.

Su historia no solo inspira, sino que también humaniza la tecnología. Nos recuerda que detrás de cada gran innovación puede haber una historia anónima de superación, escrita en silencio, con esfuerzo y sin garantías.

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